sábado, 17 de marzo de 2018

SÁBADO, SEMANA 4 DE CUARESMA


Las olas de la muerte me envolvieron
y me cercaron los lazos del abismo;
en mi angustia invoqué al Señor,
y él escuchó mi voz desde su templo.

Sal 17, 5-7

Oración inicial   

Te rogamos, Señor, que tu amor misericordioso dirija nuestros corazones porque sin tu ayuda no podemos agradarte. Por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Maestro y Señor. Amén.

DIOS NOS HABLA. CONTEMPLAMOS SU PALABRA.

I LECTURA

Quien se entrega a Dios sabe que sólo deberá esperar en él y que sólo en él podrá apoyarse. No porque los demás no valgan nada, ni porque no haya personas dignas de confianza, sino porque ha experimentado la verdadera alianza y el amor incondicional del Señor. Eso es algo que nunca se quebrará.

Lectura del libro de Jeremías 11, 18-20

Señor, tú me has hecho ver las intrigas de este pueblo. Y yo era como un manso cordero, llevado al matadero, sin saber que ellos urdían contra mí sus maquinaciones: “¡Destruyamos el árbol mientras tiene savia, arranquémoslo de la tierra de los vivientes, y que nadie se acuerde más de su nombre!”. Señor de los ejércitos, que juzgas con justicia, que sondeas las entrañas y los corazones, ¡que yo vea tu venganza contra ellos, porque a ti he confiado mi causa!
Palabra de Dios.

Salmo 7, 2-3. 9bc-12

R. ¡Señor, Dios mío, en ti me refugio!

Señor, Dios mío, en ti me refugio: Sálvame de todos los que me persiguen; líbrame, para que nadie pueda atraparme como un león, que destroza sin remedio. R.

Júzgame, Señor, conforme a mi justicia y de acuerdo con mi integridad. ¡Que se acabe la maldad de los impíos! Tú que sondeas las mentes y los corazones, tú que eres un Dios justo, apoya al inocente. R.

Mi escudo es el Dios Altísimo, que salva a los rectos de corazón. Dios es un Juez justo y puede irritarse en cualquier momento. R.

EVANGELIO    

Cualquier ciudad o región es destinataria de la buena noticia y de la vida. En aquel tiempo, lo fue Galilea, una provincia de mala fama entre los ortodoxos de la fe. Hoy puede ser cualquier lugar donde Dios quiera manifestarse. No pensemos que porque nuestra comunidad sea pequeña no vale nada, ni que es “la mejor” por ser grande o porque supera al resto de las ciudades porque posee más recursos. Dios obra donde encuentra corazones dispuestos.

Ì Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 7, 40-53

Algunos de la multitud, que habían oído a Jesús, opinaban: “Este es verdaderamente el Profeta”. Otros decían: “Este es el Mesías”. Pero otros preguntaban: “¿Acaso el Mesías vendrá de Galilea? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David y de Belén, el pueblo de donde era David?”. Y por causa de él, se produjo una división entre la gente. Algunos querían detenerlo, pero nadie puso las manos sobre él. Los guardias fueron a ver a los sumos sacerdotes y a los fariseos, y éstos les preguntaron: “¿Por qué no lo trajeron?”. Ellos respondieron: “Nadie habló jamás como este hombre”. Los fariseos respondieron: “¿También ustedes se dejaron engañar? ¿Acaso alguno de los jefes o de los fariseos ha creído en él? En cambio, esa gente que no conoce la Ley está maldita”. Nicodemo, uno de ellos, que había ido antes a ver a Jesús, les dijo: “¿Acaso nuestra Ley permite juzgar a un hombre sin escucharlo antes para saber lo que hizo?”. Le respondieron: “¿Tú también eres galileo? Examina las Escrituras y verás que de Galilea no surge ningún profeta”. Y cada uno regresó a su casa.
Palabra del Señor.

MEDITAMOS LA PALABRA

Tomar partido por Cristo.

-De la muchedumbre, a propósito de Jesús, unos decían... otros decían...

Jesús sigue siendo un misterio para sus contemporáneos.

¿Quién es? ¿De dónde viene? Las discusiones simplemente humanas no alcanzan a dar una respuesta.

-Y se originó un desacuerdo en la multitud por su causa.

Y yo, ¿qué digo de Jesús? ¿Tomo partido, claramente?

-¿No dice la Escritura que...?

Incluso la ciencia bíblica no basta para descubrir verdaderamente quién es El. No es primero en los libros que se descubre a Cristo. Los escribas y los fariseos eran la más alta autoridad doctrinal, los mejores especialistas en discusiones sobre la Escritura -sus referencias son prueba de ello-.

Según ellos, en Jesús no se cumplen todas las condiciones necesarias: no es el Mesías.

La condición esencial para conocer a Dios es la humildad.

Hay que saber desprenderse de sí mismo, renunciar a sus propios puntos de vista, dejarse conducir.

Más allá de mis dudas y de mis preguntas, Señor, haz que te conozca. Acepto no saber captar todo. Sé que no puedo comprenderlo todo.

-Del linaje de David y de la aldea de Belén ha de venir el Mesías.

A menudo es así: los detalles nos bloquean.

Nos quedamos en bagatelas.

No sabemos superar las apariencias.

Y sin embargo, era ciertamente ¡"de Belén" que él venía! Pero también ¡"de mucho más lejos" que Belén! Esa pequeña aldea podía ser causa de ilusión.

Dios permanece escondido detrás de las apariencias humanas.

Los guardias, enviados por los príncipes de los sacerdotes para arrestarle volvieron diciendo: ¡Jamás hombre alguno habló como este! Los alguaciles del Sanedrín no se atrevieron a ponerle la mano encima, como se les había mandado. Quedaron subyugados, seducidos.

Este detalle es importante. Nos muestra que algo debía emanar de Jesús: se adivinaba una personalidad excepcional, fascinante.

Muchos hombres, hoy, se quedan con esta admiración:

Jesús es un gran hombre..., un genio espiritual..., un sabio...

Tú eres, Señor, mucho más que esto: "creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos. Dios de Dios. Luz de Luz... Por Quien todo fue hecho.

-"¿Acaso algún magistrado o fariseo ha creído en él?" "Pero esta gentuza que ignora la Ley, son unos malditos".

He aquí lo que dicen los fariseos. ¡Qué aplomo! ¡Qué desprecio a todos los que no piensan como ellos, esas gentes que no conocen la Escritura!

-Nicodemo, el que había ido antes a él, les dijo: "¿Acaso nuestra Ley condena a un hombre antes de oírle?--¿También tú eres Galileo?

No resulta fácil tomar partido por Jesús. Se corre el riesgo de ser mal visto; de ser juzgado con él.

¿Soy capaz de correr ese riesgo? ¿Soy capaz de ser despreciado y juzgado mal, por el hecho de seguir a Jesús? ¿Hasta dónde llega mi fe? ¿Qué compromiso contraigo con ella?

¿Soy cristiano solamente cuando es fácil? ¿O bien lo soy también cuando el serlo requiere comprometerse?

ORAMOS CON LA PALABRA

Fuimos rescatados con la sangre preciosa de Cristo,
el Cordero sin mancha y sin defecto.

1Ped 1, 18-19

Oración conclusiva

Protege a tu pueblo, Señor, que camina presuroso hacia la Pascua, y acompáñanos con la abundancia de la gracia celestial, para que, ayudados por los consuelos sensibles, busquemos con prontitud los bienes invisibles. Por Jesucristo, nuestro Señor.



¡Buena Jornada!

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