Salmo 83, 3
Mi
alma se consume de deseos por los atrios del Señor;
mi
corazón y mi carne claman ansiosos por el Dios viviente.
Oremos
Tu misericordia, Señor, purifique y
proteja siempre a tu Iglesia,
y ya que sin ti no puede subsistir,
guíala siempre con tu protección.
Por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor.
Amén.
LECTURA
El
profeta Eliseo escucha el pedido de sanación que viene de este extranjero, jefe
de un ejército enemigo. La enfermedad sería el camino para que el Dios de
Israel se manifestara más allá de las fronteras de su pueblo. Así, el profeta
cumple su misión de anunciar sin quedar encerrado en los límites de pueblos,
grupos o razas.
Lectura
del segundo libro de los Reyes 5, 1-15
Naamán, general del ejército del rey de
Arám, era un hombre prestigioso y altamente estimado por su señor, porque
gracias a él, el Señor había dado la victoria a Arám. Pero este hombre,
guerrero valeroso, era leproso. En una de sus incursiones, los arameos se
habían llevado cautiva del país de Israel a una niña, que fue puesta al
servicio de la mujer de Naamán. Ella dijo entonces a su patrona: “¡Ojalá mi
señor se presentara ante el profeta que está en Samaría! Seguramente, él lo
libraría de su lepra”. Naamán fue y le contó a su señor: “La niña del país de
Israel ha dicho esto y esto”. El rey de Arám respondió: “Está bien, ve, y yo
enviaré una carta al rey de Israel”. Naamán partió llevando consigo diez
talentos de plata, seis mil siclos de oro y diez trajes de gala, y presentó al
rey de Israel la carta que decía: “Junto con esta carta, te envío a Naamán, mi
servidor, para que lo libres de su lepra”. Apenas el rey de Israel leyó la
carta, rasgó sus vestiduras y dijo: “¿Acaso yo soy Dios, capaz de hacer morir y
vivir, para que este me mande librar a un hombre de su lepra? Fíjense bien y
verán que él está buscando un pretexto contra mí”. Cuando Elíseo, el hombre de
Dios, oyó que el rey de Israel había rasgado sus vestiduras, mandó a decir al
rey: “¿Por qué has rasgado tus vestiduras? Que él venga a mí y sabrá que hay un
profeta en Israel”. Naamán llegó entonces con sus caballos y su carruaje, y se
detuvo a la puerta de la casa de Eliseo. Eliseo mandó un mensajero para que le
dijera: “Ve a bañarte siete veces en el Jordán; tu carne se restablecerá y
quedarás limpio”. Pero Naamán, muy irritado, se fue diciendo: “Yo me había
imaginado que saldría él personalmente, se pondría de pie e invocaría el nombre
del Señor, su Dios; luego pasaría su mano sobre la parte afectada y sanaría la
lepra. ¿Acaso los ríos de Damasco, el Abaná y el Parpar, no valen más que todas
las aguas de Israel? ¿No podía yo bañarme en ellos y quedar limpio?”. Y dando
media vuelta, se fue muy enojado. Pero sus servidores se acercaron para
decirle: “Padre, si el profeta te hubiera mandado una cosa extraordinaria, ¿no
lo habrías hecho? ¡Cuánto más si él te dice simplemente: Báñate y quedarás
limpio!”. Entonces bajó y se sumergió siete veces en el Jordán, conforme a la
palabra del hombre de Dios; así su carne se volvió como la de un muchacho joven
y quedó limpio. Luego volvió con toda su comitiva adonde estaba el hombre de
Dios. Al llegar, se presentó delante de él y le dijo: “Ahora reconozco que no
hay Dios en toda la tierra, a no ser en Israel. Acepta, te lo ruego, un
presente de tu servidor”.
Palabra de Dios.
Salmo
41, 2-3; 42, 3-4
R.
¡Mi alma tiene sed del Dios viviente!
Como la cierva sedienta busca las
corrientes de agua, así mi alma suspira por ti, mi Dios. R.
Mi alma tiene sed de Dios, del Dios
viviente: ¿Cuándo iré a contemplar el rostro de Dios? R.
Envíame tu luz y tu verdad: que ellas me
encaminen y me guíen a tu santa Montaña, hasta el lugar donde habitas. R.
Y llegaré al altar de Dios, el Dios que
es la alegría de mi vida; y te daré gracias con la cítara, Señor, Dios mío. R.
Versículo Cf. Sal 129, 5. 7
Espero en el Señor y confío en su
palabra, porque en él se encuentra la misericordia y la redención en
abundancia.
EVANGELIO
A
los vecinos de Jesús les costaba aceptar que Dios también ama a “los de
afuera”, a los que no son del propio grupo. Jesús retoma el episodio del
profeta Eliseo con Naamán para enseñar a sus contemporáneos que Dios no se deja
encerrar por nuestros criterios estrechos. Dios no pone fronteras, al
contrario, quiere atravesarlas. ¿Estamos dispuestos a participar de este amor
universal y sin distinciones?
+ Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 4, 24-30
Cuando Jesús llegó a Nazaret, dijo a la
multitud en la sinagoga: “Les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su
tierra. Yo les aseguro que había muchas viudas en Israel en el tiempo de Elías,
cuando durante tres años y seis meses no hubo lluvia del cielo y el hambre
azotó a todo el país. Sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a
una viuda de Sarepta, en el país de Sidón. También había muchos leprosos en
Israel, en el tiempo del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue sanado, sino
Naamán, el sirio”. Al oír estas palabras, todos los que estaban en la sinagoga
se enfurecieron y, levantándose, lo empujaron fuera de la ciudad, hasta un
lugar escarpado de la colina sobre la que se levantaba la ciudad, con intención
de despeñarlo. Pero Jesús, pasando en medio de ellos, continuó su camino.
Palabra del Señor.
Salmo 116, 1.2
Alaben al Señor todas las naciones
porque es inquebrantable su amor por nosotros.
Oración
Señor Dios, te pedimos que tu mano
poderosa proteja al pueblo que te invoca; purifícanos e instrúyenos para que,
consolados por ti en el presente, nos encaminemos a los bienes futuros. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
Bendición
Bendícenos Señor en esta jornada y
líbranos de todo mal.
En el nombre del Padre y + del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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