miércoles, 21 de marzo de 2018

MIÉRCOLES, SEMANA 5 DE CUARESMA


Tú, Señor, me liberas de mis enemigos,
me haces triunfar de mis agresores
y me libras del hombre violento.

Sal 17, 49

Oración inicial    

Dios misericordioso, ilumina el corazón de tus fieles purificado por la penitencia cuaresmal, y ya que has puesto en nosotros el deseo de servirte, escucha paternalmente nuestras súplicas. Por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Maestro y Señor. Amén.

DIOS NOS HABLA. CONTEMPLAMOS SU PALABRA.

I LECTURA

A cada momento decimos al Padre: “líbranos del mal”. Estos hombres pusieron su confianza en que Dios los libraría de todo mal. La oración que hacemos debe ser sincera, de corazón, convencidos de que en verdad el Señor nos libera del mal.

Lectura de la profecía de Daniel 3, 1. 4. 5b-6. 8. 12. 14-20. 24-25. 28

El rey Nabucodonosor hizo una estatua de oro, de treinta metros de alto y tres de ancho, y la erigió en la llanura de Dura, en la provincia de Babilonia. Y el heraldo proclamó con fuerza: “A todos ustedes, pueblos, naciones y lenguas, se les ordena lo siguiente: Ustedes deberán postrarse y adorar la estatua de oro que ha erigido el rey Nabucodonosor. El que no se postre para adorarla será arrojado inmediatamente dentro de un horno de fuego ardiente”. En ese mismo momento, se acercaron unos Caldeos y acusaron a los Judíos. Dijeron al rey Nabucodonosor: “Hay unos Judíos, Sadrac, Mesac y Abed Negó, a quienes tú has encomendado la administración de la provincia de Babilonia. Esos hombres no te han hecho caso, rey; ellos no sirven a tus dioses, ni adoran la estatua de oro que tú has erigido”. Nabucodonosor tomó la palabra y dijo: “¿Es verdad, Sadrac, Mesac y Abed Negó, que ustedes no sirven a mis dioses y no adoran la estatua de oro que yo erigí? ¿Están dispuestos ahora, apenas oigan el sonido de la trompeta, el pífano, la cítara, la sambuca, el laúd, la cornamusa y de toda clase de instrumentos, a postrarse y adorar la estatua que yo hice? Porque si ustedes no la adoran, serán arrojados inmediatamente dentro de un horno de fuego ardiente. ¿Y qué dios podrá salvarlos de mi mano?”. Sadrac, Mesac y Abed Negó respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: “No tenemos necesidad de darte una respuesta acerca de este asunto. Nuestro Dios, a quien servimos, puede salvarnos del horno de fuego ardiente y nos librará de tus manos. Y aunque no lo haga, ten por sabido, rey, que nosotros no serviremos a tus dioses ni adoraremos la estatua de oro que tú has erigido”. Nabucodonosor se llenó de furor y la expresión de su rostro se alteró frente a Sadrac, Mesac y Abed Negó. El rey tomó la palabra y ordenó activar el horno siete veces más de lo habitual. Luego ordenó a los hombres más fuertes de su ejército que ataran a Sadrac, Mesac y Abed Negó, para arrojarlos en el horno de fuego ardiente. El rey Nabucodonosor quedó estupefacto y se levantó rápidamente. Y tomando la palabra, dijo a sus cortesanos: “¿No eran tres los hombres que fueron atados y arrojados dentro del fuego?”. Ellos le respondieron, diciendo: “Así es, rey”. Él replicó: “Sin embargo, yo veo cuatro hombres que caminan libremente por el fuego sin sufrir ningún daño, y el aspecto del cuarto se asemeja a un hijo de los dioses”. Nabucodonosor tomó la palabra y dijo: “Bendito sea el Dios de Sadrac, Mesac y Abed Negó, porque ha enviado a su Ángel y ha salvado a sus servidores, que confiaron en él y, quebrantando la orden del rey, entregaron su cuerpo antes que servir y adorar a cualquier otro dios que no fuera su Dios”.
Palabra de Dios.

Salmo Daniel 3, 52-56

R. ¡A ti, gloria y honor eternamente!

Bendito seas, Señor, Dios de nuestros padres. Bendito sea tu santo y glorioso Nombre. Alabado y exaltado eternamente. R.

Bendito seas en el Templo de tu santa gloria. Aclamado y glorificado eternamente por encima de todo. R.

Bendito seas en el trono de tu reino. Aclamado por encima de todo y exaltado eternamente. R.

Bendito seas tú, que sondeas los abismos y te sientas sobre los querubines. Alabado y exaltado eternamente por encima de todo. R.

Bendito seas en el firmamento del cielo. Aclamado y glorificado eternamente por encima de todo. R.

EVANGELIO

A veces creemos que es mejor ocultar, meter entre las sombras lo que consideramos que puede dañar o molestar a alguien. Sin embargo, lo que se oculta termina oprimiendo y, por lo tanto, lastimando mucho más. “La verdad los hará libres” es un postulado que debemos seguir siempre. Puede costar mucho, pero sin duda nos hace más dignos a todos.

Ì Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 8, 31-42

Jesús dijo a aquellos judíos que habían creído en él: “Si ustedes permanecen fieles a mi palabra, serán verdaderamente mis discípulos: conocerán la verdad y la verdad los hará libres”. Ellos le respondieron: “Somos descendientes de Abraham y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo puedes decir entonces: ‘Ustedes serán libres’?”. Jesús les respondió: “Les aseguro que todo el que peca es esclavo del pecado. El esclavo no permanece para siempre en la casa; el hijo, en cambio, permanece para siempre. Por eso, si el Hijo los libera, ustedes serán realmente libres. Yo sé que ustedes son descendientes de Abraham, pero tratan de matarme porque mi palabra no penetra en ustedes. Yo digo lo que he visto junto al Padre, y ustedes hacen lo que han aprendido de su padre”. Ellos le replicaron: “Nuestro padre es Abraham”. Y Jesús les dijo: “Si ustedes fueran hijos de Abraham, obrarían como él. Pero ahora quieren matarme a mí, al hombre que les dice la verdad que ha oído de Dios. Abraham no hizo eso. Pero ustedes obran como su padre”. Ellos le dijeron: “Nosotros no hemos nacido de la prostitución; tenemos un solo Padre, que es Dios”. Jesús prosiguió: “Si Dios fuera su Padre, ustedes me amarían, porque yo he salido de Dios y vengo de él. No he venido por mí mismo, sino que él me envió”.
Palabra del Señor.

MEDITAMOS LA PALABRA

Dios hace de nosotros hombres libres en Jesucristo.

-Todo el que comete pecado es un esclavo.

¿Hago yo esta experiencia? ¿Siento que el pecado me ata, me encadena? San Pablo decía: "No hago el bien que quisiera, y hago el mal que no quisiera... ¿Quién me librará?" (/Rm/07/24) Me paro a pensar en mis pecados y a verificar cuán verdadera es la palabra de Jesús...

-Si permanecéis en mi palabra, seréis en verdad mis discípulos, y conoceréis la verdad y ¡la verdad os hará libres!

Ser tu discípulo, es escuchar tu palabra.

¡Dame amor a esta Palabra! Escuchar esta Palabra es acceder a la libertad.

Libérame, Señor.

Siguiéndote no caminamos hacia la esclavitud, hacia una "vida disminuida", sino hacia la libertad, hacia la expansión total, hacia la "vida en plenitud"...

¡Libre! Esta palabra me encanta. ¡Ser libre! ¿Qué evoca para mí esta palabra? Ser libre. Tener holgura interior. Sin trabas, sin obstáculos. Tantas cosas me encadenan: mis hábitos, mis límites, mis pecados... Hazme libre, Señor.

-El esclavo no permanece "en la casa" para siempre... El hijo, sí.

Jesús evoca la situación tan diferente, que había entonces, en el mundo antiguo, entre el esclavo o siervo y el "hijo de la casa".

¡Estar en casa! Estar siempre en la casa del Padre, siempre con Dios.

-Si el Hijo os libera, seréis verdaderamente libres.

Sucedía alguna vez que "un hijo de la casa", tramaba amistad con uno de sus esclavos, y sentía el deseo de "liberarle"... para que no continuara en situación de dependencia humillante.

Es lo que ha hecho Jesús con nosotros. Nos ha introducido en "su casa", en "su familia". El nos ha liberado, redimido.

La Cuaresma es un tiempo muy a propósito para la liberación. Hoy, ¿de qué atadura procuraré liberarme? ¿Qué cadenas voy a romper con tu ayuda?

-Yo hablo lo que he visto en el Padre.

Jesús es perfectamente libre, porque es perfectamente Hijo. Ama a su Padre. Habla de El sin cesar.

Es libre porque ama: no está apegado a sí mismo. Nada le detiene, ninguna retrospección sobre sí mismo. Ningún egoísmo. Ningún obstáculo al amor.

-Si Dios fuera vuestro Padre, me amaríais a mí; porque Yo he salido de Dios y vengo de él, pues Yo no he venido de mí mismo.

Tú no hablas sino de Amor.

Amar a Dios. Amar a Jesús. Jesús desea que le amemos.

¡Y esto libera! Amar al solo Dios verdadero. Someterse al solo Dios verdadero. Es el único medio de no estar sometido a nadie, sino a Dios, y de liberarse de cualquier ídolo.

Líbrame, Señor, de mis ídolos, de todo lo que no tiene valor verdadero alguno, de todo lo que obstaculiza mi libertad.

ORAMOS CON LA PALABRA

Dios nos hizo entrar 
en el reino de su Hijo muy querido,
en quien tenemos la redención 
y el perdón de los pecados.

Col 1, 13-14

Oración conclusiva


Dios todopoderoso: atiende las súplicas de tu pueblo, y ya que nos concedes confiar en tu bondad, otórganos tu constante misericordia. Por Jesucristo, nuestro Señor. 

¡Buena jornada!



No hay comentarios:

Publicar un comentario