miércoles, 7 de marzo de 2018

MIÉRCOLES, SEMANA 3 DE CUARESMA


Afirma mis pasos conforme a tu Palabra,
para que no me domine la maldad.
Sal 118, 133

Oración inicial  

Te pedimos, Padre, que aleccionados por la observancia cuaresmal y alimentados con el pan de tu Palabra, por la penitencia nos entreguemos a ti de todo corazón y perseveremos unidos en la oración. Por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Maestro y Señor. Amén.

DIOS NOS HABLA. CONTEMPLAMOS SU PALABRA.

I LECTURA       

Como todo líder que se precia de serlo, Moisés dicta leyes y normas. Pero lo hace en nombre de Dios y no hace sus propias leyes. Moisés sabe que lo mejor para el pueblo es dejar que éste se considere propiedad de Dios.

Lectura del libro del Deuteronomio 4, 1. 5-9

Moisés habló al pueblo, diciendo: Y ahora, Israel, escucha los preceptos y las leyes que yo les enseño para que las pongan en práctica. Así ustedes vivirán y entrarán a tomar posesión de la tierra que les da el Señor, el Dios de sus padres. Tengan bien presente que ha sido el Señor, mi Dios, el que me ordenó enseñarles los preceptos y las leyes que ustedes deberán cumplir en la tierra de la que van a tomar posesión. Obsérvenlos y pónganlos en práctica, porque así serán sabios y prudentes a los ojos de los pueblos, que al oír todas estas leyes, dirán: “¡Realmente es un pueblo sabio y prudente esta gran nación!”. ¿Existe acaso una nación tan grande que tenga sus dioses cerca de ella, como el Señor, nuestro Dios, está cerca de nosotros siempre que lo invocamos? ¿Y qué gran nación tiene preceptos y costumbres tan justas como esta Ley que hoy promulgo en presencia de ustedes? Pero presta atención y ten cuidado, para no olvidar las cosas que has visto con tus propios ojos, ni dejar que se aparten de tu corazón un solo instante. Enséñalas a tus hijos y a tus nietos.
Palabra de Dios.
Salmo 147, 12-13. 15-16. 19-20

R. ¡Glorifica al Señor, Jerusalén!

¡Glorifica al Señor, Jerusalén, alaba a tu Dios, Sión! Él reforzó los cerrojos de tus puertas y bendijo a tus hijos dentro de ti. R.

Envía su mensaje a la tierra, su palabra corre velozmente; reparte la nieve como lana y esparce la escarcha como ceniza. R.

Revela su palabra a Jacob, sus preceptos y mandatos a Israel: a ningún otro pueblo trató así ni le dio a conocer sus mandamientos. R.


EVANGELIO    

¿Qué significa “ser grande en el Reino”? No se trata de lugares de privilegios, ni de poder, sino justamente de vivir como Dios quiere para nosotros. Ser grande es hacer lo que Dios nos pide.

Ì Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 5, 17-19

Jesús dijo a sus discípulos: No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: Yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Les aseguro que no quedarán ni una “i” ni una coma de la Ley sin cumplirse, antes que desaparezcan el cielo y la tierra. El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos, y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de los Cielos. En cambio, el que los cumpla y enseñe, será considerado grande en el Reino de los Cielos.
Palabra del Señor.

MEDITAMOS LA PALABRA

En el Evangelio de hoy, Jesús dice que no ha venido a «abolir la ley, sino a cumplirla». Ya el Deuteronomio había dado una noción muy espiritual de la ley, más allá de los riesgos habituales de formalismo.

-Ahora, Israel, escucha los preceptos que yo os enseño, para que los pongáis en práctica.

Dios se dirige a los hombres como a una persona amada, llamándolos por su nombre. Era, además, una fórmula ritual: «Escucha, Israel...»

Tampoco a mi la «ley» debe parecerme algo impersonal y anónimo. HOY pongo mi propio nombre en el lugar del término «Israel». «Ahora... escucha los preceptos que yo te enseño para que los pongas en práctica...»

-Así viviréis, y entraréis a tomar posesión de la tierra que os da el Señor, Dios de vuestros padres.

En esos días de cuaresma trato de estar «a la escucha».

«Para vivir» plenamente...

Escuchar a Dios para vivir en plenitud. Ayúdame, Señor: que yo experimente, que tu Palabra escuchada sea «vida» para mí... como una respiración vital cotidiana y de ningún modo un triste deber cotidiano obligatorio.

"Entrar en posesión de la tierra que Dios da".

Una muy bella expresión simbólica, que no hay que entender en sentido material, sino en un sentido «interior».

Quien vive con Dios entra en un «lugar», en un espacio vital sagrado, donde se expansiona.

-Esos preceptos... serán vuestra sabiduría y vuestra inteligencia.

Seguir a Dios, es cosa prudente, inteligente.

Sí, que cada vez más, eso pase a ser verdadero para mí.

Que tu Palabra, Señor, sea mi "sabiduría", un alimento de mi espíritu. Que tus pensamientos lleguen a ser también mis pensamientos. Que tu manera de ver impregne mis modos de ver. Y todo ello en plena libertad.

No como una coacción exterior obligatoria... sino como una fuente vivificante y profunda.

No como un "mandamiento" tiránico y humillante... sino como una necesidad interior aceptada de buen grado.

-Y en efecto ¿hay alguna nación tan grande que tenga los dioses tan cerca como lo está el Señor, nuestro Dios siempre que lo invocamos?

Tu proximidad, Señor.

Tú no estás lejos.

Sin embargo, a veces dudo. Tú te callas, pareces estar lejos de nosotros. Pero lo sé, estás ahí. Tú me miras en este mismo momento. Te interesas por mí y estás más cerca de mí que mi propio corazón.

Resulta que, en otros pasajes de la Escritura, se insiste por el contrario en la grandeza y santidad de Dios, concebido como «separado».

Los dos aspectos son verdaderos. Es preciso mantenerlos, uno y otro.

-No dejes que eso se aparte de tu corazón.

Todo el Deuteronomio insiste en que la Ley sea interiorizada, cordial. La Ley es para el bien del hombre, es un don de Dios: Normalmente se corresponde a ella por amor y no por temor.

ORAMOS CON LA PALABRA

Señor, me darás a conocer el camino de la vida,
saciándome de gozo en tu presencia.
Sal 15, 11

Oración conclusiva

Dios nuestro, concede a tu pueblo buscar y amar lo que es de tu agrado, pues viviendo según tus enseñanzas confía recibir tu ayuda. Por Jesucristo, nuestro Señor.

¡Buena jornada!

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