sábado, 24 de febrero de 2018

SÁBADO, SEMANA 1 DE CUARESMA



La ley del Señor es perfecta,
reconforta el alma;
el testimonio del Señor es verdadero,
da sabiduría al simple.

Sal 18, 8

Oración inicial   

Padre eterno, vuelve a ti nuestros corazones, para que, buscando siempre el único bien necesario y practicando la caridad fraterna, vivamos consagrados a tu servicio. Por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Maestro y Señor. Amén.

DIOS NOS HABLA. CONTEMPLAMOS SU PALABRA.

I LECTURA       

Somos “de Dios”. Esta pertenencia y esta identidad conllevan un determinado estilo de vida. No podemos ser “de Dios” y obrar como si él no existiera, como si él no fuera el que da sentido a toda nuestra vida. La Alianza con Dios configura todo nuestro ser.

Lectura del libro del Deuteronomio 26, 16-19

Moisés habló al pueblo diciendo: Hoy el Señor, tu Dios, te ordena practicar estos preceptos y estas leyes. Obsérvalas y practícalas con todo tu corazón y con toda tu alma. Hoy tú le has hecho declarar al Señor que él será tu Dios, y que tú, por tu parte, seguirás sus caminos, observarás sus preceptos, sus mandamientos y sus leyes, y escucharás su voz. Y el Señor hoy te ha hecho declarar que tú serás el pueblo de su propiedad exclusiva, como él te lo ha prometido, y que tú observarás todos sus mandamientos; que te hará superior -en estima, en renombre y en gloria- a todas las naciones que hizo; y que serás un pueblo consagrado al Señor, tu Dios, como él te lo ha prometido.
Palabra de Dios.

Salmo 118, 1-2. 4-5. 7-8

R. ¡Felices los que siguen la ley del Señor!

Felices los que van por un camino intachable, los que siguen la ley del Señor. Felices los que cumplen sus prescripciones y lo buscan de todo corazón. R.

Tú promulgaste tus mandamientos para que se cumplieran íntegramente. ¡Ojalá yo me mantenga firme en la observancia de tus preceptos! R.

Te alabaré con un corazón recto, cuando aprenda tus justas decisiones. Quiero cumplir fielmente tus preceptos: no me abandones del todo. R.

EVANGELIO     

“‘Sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el Cielo’. La referencia a Dios es inequívoca. Si tenemos esto claro, evitaremos el error de pensar que nosotros, los seres humanos, con nuestra propia fuerza, podemos crear un estado de paz, tranquilidad y bienestar. Pero hemos sido llamados por Dios para seguir su ejemplo y, confiando en él, arriesgarnos a hacer lo que aparece como humanamente imposible. Jesús lo realiza en la superación de todos los límites” (Rudolf Schnackenburg, Todo es posible para el que cree, Ed. Paulinas).

 Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 5, 43-48

Jesús dijo a sus discípulos: Ustedes han oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo” y odiarás a tu enemigo. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores; así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque él hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos. Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos? Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos? Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo.
Palabra del Señor.

MEDITAMOS LA PALABRA

En el evangelio de hoy, Jesús nos repite que debemos amar a nuestros enemigos... y aun, en este asunto, ir mucho más allá de lo que ordinariamente es corriente y natural entre los hombres. «Si saludáis tan solo a los hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos?» Ya el Deuteronomio recordaba a los judíos que habían entrado en un sistema muy particular de relaciones con Dios, la Alianza, Fuente de una vida nueva.

-Hoy has elegido que el Señor sea tu Dios.

¿Es esto verdad? ¿Puedo decir, realmente, que lo he elegido? Este es todo el sentido del bautismo... Debería ser el sentido del bautismo. «Elegir a Dios».

Era yo muy pequeño, sin duda, cuando me bautizaron.

Pero, desde entonces, ¿he ratificado mi elección?

Repaso qué ocasiones, en mi vida actual, me empujan a volver a hacer esa elección: ¡elegir a Dios!

-Para seguir sus caminos, para observar sus preceptos.

Mira las «ocasiones».

Una multitud de pequeñas decisiones concretas. A lo largo del día. De la mañana a la noche. «Caminar por los caminos de Dios»... poner mis pisadas en las suyas... hacer lo que El haría si estuviese en mi lugar...

Jesús dirá: «si me amáis, cumpliréis mis mandamientos». Efectivamente, cuando amamos a alguien tratamos de hacer lo que le agrada.

-Y para escuchar su llamada..

No se trata solamente de la fidelidad material a unos preceptos, a un catálogo de cosas permitidas o prohibidas...

Es la respuesta a una llamada. y para ello «escuchar».

Moral abierta. Exigencia infinita, jamás acabada.

Ilumíname, Señor, sobre qué esperas de mi; y luego cuando lo haya percibido mejor, no me abandones, ayúdame también a cumplirlo.

-Porque el Señor también te ha elegido.

Para que seas especialmente su pueblo.

Esta es la expresión de la Alianza. Una reciprocidad de elecciones. Una reciprocidad de amor. Te he escogido. Me has escogido. Te amo. Me amas.

Detengámonos a considerar esas expresiones.

Fue la lenta y larga experiencia del pueblo judío, jalonada de crisis y de traiciones.

-Entre todos los pueblos, tú serás un pueblo consagrado al Señor.

La elección de Dios supone mucha responsabilidad. Confesarse cristiano significa que uno se ha comprometido con todo su ser. Es una exigencia absoluta, una consagración a Dios, un compromiso con el proyecto de Dios, con los designios de Dios, con sus maneras de ver.

Mi visión del mundo, ¿es también la visión de Dios?

Mi compromiso en el mundo ¿se corresponde con los designios de Dios?

¡Pueblo de Dios! ¡Pueblo consagrado a Dios!


ORAMOS CON LA PALABRA

Dice el Señor:
“Sean perfectos
como es perfecto
el Padre que está en el cielo”. 
Mt 5, 48

Oración conclusiva

Dios nuestro, que tu bendición nos fortalezca, para que no nos apartemos nunca de tu voluntad y podamos gozar siempre de tus beneficios. Por Jesucristo, nuestro Señor.


¡Buena jornada!

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