viernes, 16 de febrero de 2018

SÁBADO DESPUÉS DE CENIZAS


Respóndeme, Señor,
por tu bondad y tu amor,
por tu gran compasión,
vuélvete hacia mí.
Sal 68, 17

Oración inicial:   

Padre Amado, Dios todopoderoso y eterno, mira compasivo nuestra debilidad y, para protegernos, extiende sobre nosotros tu mano poderosa. Por tu Hijo Jesucristo, nuestro Maestro y Señor. Amén.

CONTEMPLAMOS LA PALABRA

I LECTURA       

Todas estas enseñanzas sirven para redireccionar nuestra mirada y nuestro corazón. Algunas prácticas religiosas –como el ayuno o los días de precepto– se pueden cumplir desde la satisfacción autosuficiente de quien se pone en el centro de la escena y presenta orgulloso sus logros. Por el contrario, las palabras de Isaías nos exhortan a redirigir la mirada hacia los hermanos y hacia Dios. Esa apertura nos llenará de vida.

Lectura del libro de Isaías 58, 9b-14

Así habla el Señor: Éste es el ayuno que yo amo: Si eliminas de ti todos los yugos, el gesto amenazador y la palabra maligna; si ofreces tu pan al hambriento y sacias al que vive en la penuria, tu luz se alzará en las tinieblas y tu oscuridad será como el mediodía. El Señor te guiará incesantemente, te saciará en los ardores del desierto y llenará tus huesos de vigor; tú serás como un jardín bien regado, como una vertiente de agua, cuyas aguas nunca se agotan. Reconstruirás las ruinas antiguas, restaurarás los cimientos seculares, y te llamarán “Reparador de brechas”, “Restaurador de moradas en ruinas”. Si dejas de pisotear el sábado, de hacer tus negocios en mi día santo; si llamas al sábado “Delicioso” y al día santo del Señor “Honorable”; si lo honras absteniéndote de traficar, de entregarte a tus negocios y de hablar ociosamente, entonces te deleitarás en el Señor; yo te haré cabalgar sobre las alturas del país y te alimentaré con la herencia de tu padre Jacob, porque ha hablado la boca del Señor.
Palabra de Dios.
Salmo 85, 1-6

R. ¡Enséñame tu camino, Señor!

Inclina tu oído, Señor, respóndeme, porque soy pobre y miserable; protégeme, porque soy uno de tus fieles, salva a tu servidor que en ti confía. R.

Tú eres mi Dios: ten piedad de mí, Señor, porque te invoco todo el día; reconforta el ánimo de tu servidor, porque a ti, Señor, elevo mi alma. R.

Tú, Señor, eres bueno e indulgente, rico en misericordia con aquellos que te invocan: ¡Atiende, Señor, a mi plegaria, escucha la voz de mi súplica! R.

EVANGELIO    

Leví pasó de la mesa de cobrar impuestos a una mesa abierta y compartida. Su conversión se hizo evidente en su dinamismo: dejó todo, se levantó, siguió a Jesús, abrió su casa, dio un banquete… La vida de Levi ya no es la del funcionario despreciado por el pueblo: ahora es una vida de alegría y salvación, es una vida llena de nuevos hermanos.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 5, 27-32

Jesús salió y vio a un publicano llamado Leví, que estaba sentado junto a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: “Sígueme”. Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió. Leví ofreció a Jesús un gran banquete en su casa. Había numerosos publicanos y otras personas que estaban a la mesa con ellos. Los fariseos y sus escribas murmuraban y decían a los discípulos de Jesús: “¿Por qué ustedes comen y beben con publicanos y pecadores?”. Pero Jesús tomó la palabra y les dijo: “No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Yo no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, para que se conviertan”.
Palabra del Señor.

MEDITAMOS LA PALABRA

En el evangelio de hoy, Jesús invita al publicano Levi-Mateo a seguirlo. Y el pecador se levanta, lo deja todo y va en seguimiento de Jesús. Le ofrece un gran banquete para celebrar su conversión. Conversión y alegría. Ese es también el tema de Isaías.

-Que tu gesto no sea nunca una amenaza, ni tus palabras expresen maldades... Comparte tu pan con el hambriento... Colma los deseos del desgraciado.

Como ayer, esas son unas sugerencias muy concretas que pueden ayudarnos en el esfuerzo que la cuaresma nos pide: poner suavidad y bondad en todas nuestras relaciones... estar atentos a los deseos de los demás... y a las necesidades de los desgraciados para hacerles más felices...

¿A quién puedo dar una alegría?

¿Quién espera algo de mí, a mi alrededor? Me detengo a interiorizar esas preguntas.

-Evita viajar en el día del «Sábado»... Evitar tratar de negocios en mi día Santo... Haz del «Sábado» tus delicias... Respeta el día consagrado al Señor.

Esas son también unas sugerencias muy precisas para una cuaresma: Valorizar a fondo nuestros «¡domingos!» -que han reemplazado el sabbat.

Dedicar un tiempo a la reflexión y a la oración.

Olvidar un poco nuestras preocupaciones, nuestros asuntos, demasiado humanos para considerar los asuntos de Dios.

¿No debiera yo aprovechar ese tiempo de cuaresma para reconsiderar cómo paso mis domingos?. ¿Son éstos un tiempo «fuerte» de mi vida cristiana y de mi vida familiar? ¿Practico el «deber de sentarme» del que habla el evangelio (Lc 14, 28). Me detengo a reflexionar, a leer, a rezar?

¿Aprovecho el domingo para dedicarlo a los que amo: mi familia, mis amigos, Dios? ¿Es la misa del domingo el núcleo y centro de toda mi semana? ¿Procuro asimilar la Palabra de Dios? ¿De mi misal o de la Hoja dominical repaso los textos de la misa del domingo? ¿Soy puntual? ¿Mi misa es un encuentro con Dios, un escuchar a Dios, una comunicación con El? ¿Es la cumbre de mi vida humana? Mi conducta, mis compromisos de toda la semana ¿quedan iluminados por mi misa dominical?

Entonces, encontrarás tu «alegría» en el Señor...

Serás como huerto bien regado... Como un manantial...

Levantarás las ruinas... Edificarás.

Imágenes de expansión y de felicidad, de fecundidad y de vida.

Siempre la misma idea: Dios no quiere el esfuerzo y el sacrificio por sí mismos. Dios quiere el sacrificio para el gozo y la alegría

Ayúdanos, Señor a considerar la renuncia y la conversión siempre de ese modo: positivamente.

Que me sacrifique durante la cuaresma, pero sin amargura, sin una tristeza y siempre libremente.

-Tales son las palabras del Señor.

¿Cómo es posible que la cuaresma aparezca a muchos, hoy todavía, como un tiempo de restricción, de disminución, de menoscabo? Efectivamente, la hemos desfigurado al adoptar unas «caras de viernes», cuando en realidad es un tiempo de vitalidad, de promoción, de crecimiento.

¡Tiempo de la energía, sí! ¡Tiempo de la amargura, no!

ORAMOS CON LA PALABRA

Quiero misericordia y no sacrificios,
dice el Señor,
porque yo no he venido
a llamar a los justos, sino a los pecadores.
Mt 9, 13

Oración conclusiva

Padre Celestial, acompaña con tu bendición al pueblo cristiano, que se ha puesto en camino por la ruta de la cuaresma, para que, confiando en ti, su protector, no seamos afligidos por ningún peligro. Por Jesucristo, nuestro Señor. 
¡Buena Jornada!



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