jueves, 15 de febrero de 2018

Jueves después de cenizas


Invoqué al Señor, y él me escuchó;
me defendió de los que me atacaban.
Confía tu suerte al Señor,
y él te sostendrá.
(Salmo 54, 17-20. 23)

Oración inicial...    

Padre Celestial, que tu gracia inspire y acompañe todas nuestras obras, para que siempre comiencen en ti y en ti terminen. Por Jesucristo, nuestro Maestro y Señor. Amén.

CONTEMPLAMOS LA PALABRA

I LECTURA      

¿A dónde conduce este camino cuaresmal que hemos iniciado? A compartir el misterio de Cristo, su muerte y su resurrección. Frente a la cruz, muchos habrán pensado que estaba todo perdido. Y sin embargo, allí estaba el valor de una vida entregada, una vida que el Padre no dejaría corromperse en la muerte, pues es hacia él donde caminamos.

Lectura del libro del Deuteronomio 30, 15-20

Moisés habló al pueblo diciendo: Hoy pongo delante de ti la vida y la felicidad, la muerte y la desdicha. Si escuchas los mandamientos del Señor, tu Dios, que hoy te prescribo, si amas al Señor, tu Dios, y cumples sus mandamientos, sus leyes y sus preceptos, entonces vivirás, te multiplicarás, y el Señor, tu Dios, te bendecirá en la tierra donde ahora vas a entrar para tomar posesión de ella. Pero si tu corazón se desvía y no escuchas, si te dejas arrastrar y vas a postrarte ante otros dioses para servirlos, yo les anuncio hoy que ustedes se perderán irremediablemente, y no vivirán mucho tiempo en la tierra que vas a poseer después de cruzar el Jordán. Hoy tomo por testigos contra ustedes al cielo y a la tierra: yo he puesto delante de ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Elige la vida, y vivirás, tú y tus descendientes, con tal que ames al Señor, tu Dios, escuches su voz y le seas fiel. Porque de ello depende tu vida y tu larga permanencia en la tierra que el Señor juró dar a tus padres, a Abraham, a Isaac y a Jacob.
Palabra de Dios.

Salmo 1, 1-4. 6

R. ¡Feliz el que pone su confianza en el Señor!

¡Feliz el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los impíos, sino que se complace en la ley del Señor y la medita de día y de noche! R.

Él es como un árbol plantado al borde de las aguas, que produce fruto a su debido tiempo, y cuyas hojas nunca se marchitan: todo lo que haga le saldrá bien. R.

No sucede así con los malvados: ellos son como paja que se lleva el viento. Porque el Señor cuida el camino de los justos, pero el camino de los malvados termina mal. R.

EVANGELIO   

Estamos constantemente haciendo opciones. Actualmente parecen multiplicarse las ofertas de los caminos que llevan a la muerte, a tal punto que podemos llegar a desalentarnos o a plantearnos qué sentido tiene permanecer fieles a Dios. Hoy él nos reafirma en nuestra opción y, una vez más, nos muestra su camino de vida y bendición.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 9, 22-25

Jesús dijo a sus discípulos: “El Hijo del hombre debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día”. Después dijo a todos: “El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la salvará. ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si se pierde o se arruina a sí mismo?”.
Palabra del Señor.

MEDITAMOS LA PALABRA

En el evangelio de hoy, Jesús propone la cruz como un camino, una vía hacia la plenitud de la "vida": es preciso que el Hijo del hombre padezca mucho para entrar en su gloria: "muerte» que conduce a "resurrección".

-Yo te propongo HOY vida y felicidad, muerte y desgracia.
Escucho, Señor, tu palabra, pronunciada ya por Moisés.
La repito en mi interior, como si la oyera directamente de Ti, HOY.
Tú respetas mi libertad.

Propones la vida y la felicidad... o bien me abandonas a mi muerte y a mi desgracia. No te impones.

Pero queda claro que lo que Tú deseas para nosotros es la vida y la felicidad. Estoy ante mi jornada de HOY. Que no deje para mañana esa decisión, esa elección por hacer. ¿Escojo la vida y la felicidad, sí o no?

-Si escuchas... al Señor, vivirás.
Si amas...
Si tu corazón se desvía... perecerás.
Si no escuchas...

Escuchar a Dios, será el esfuerzo de toda mi cuaresma, será la elección de la vida y la felicidad.

De ese modo, la cuaresma, a pesar de ciertas apariencias y de ciertos hábitos, no está orientada primordialmente hacia el sacrificio... sino hacia "la vida y la felicidad". Es un tiempo de vitalidad, de expansión humana y cristiana... y de ningún modo es un tiempo de morosidad y de tristeza.

Pascua está ya al final del camino: ¡vivirás!

Pero, Señor, escucho también la segunda frase, la frase de amenaza. Sé que nos tomas en serio, y que tendrás en cuenta mi elección. Me pedirás cuentas de mi rechazo: «Si no me escuchas, perecerás». Más allá del castigo exterior, en el hecho mismo del rechazo de Dios está inscrito una especie de castigo.

Ayúdame, ayúdanos, Señor, a nunca jamás desviarnos voluntariamente de ti. Sería perecer.

-Te propongo la vida o la muerte, la bendición o la maldición: ¡escoge pues la vida! a fin que vivas amando al Señor, tu Dios.

Lo que Dios quiere, lo que preferiría que eligiéramos... está muy claro: ¡es la vida! Te doy gracias, Señor, por repetirme tan a menudo, y tan fuertemente esas cosas, la Salvación, la Liberación, la Redención... Tu voluntad es darnos la vida y la felicidad. Jesús ha venido sólo para esto.

¿Qué debo hacer, para que así sea?

Escuchar los mandamientos de Dios, vivir unido a El, caminar según sus sendas, amar al Señor.

-Dichoso el hombre que medita la Ley del Señor. Es como un árbol cuyo follaje no se mustia jamás y que da el fruto a su tiempo.

Son palabras del Salmo 1 que leemos hoy. Hay que leerlo entero, y llevarlo a la oración. Dios hizo al hombre para la "vida", para «no mustiarse», para «dar fruto sabroso». La cuaresma también...

Oración conclusiva

Crea en mí, Dios mío, un corazón puro
y renueva la firmeza de mi espíritu.
(Sal 50, 12)


Padre Dios, enseñaste a tu pueblo el camino de la vida eterna; te pedimos vivir esta cuaresma con tu palabra en el corazón hasta llegar a ti, luz inextinguible, por este mismo camino. Te lo pedimos por tu Hijo, Jesucristo, nuestro Señor. Amén.



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